lunes, 9 de julio de 2012

Reseña Rock in Río Madrid 2012


La reseña de hoy no va a tratarse de una crítica a un videojuego, se trata de un acercamiento a uno de los festivales más criticados últimamente, el Rock in Río o como denominan de forma humorística "Pachanga en Arganda".

Empezamos diciendo que a pesar de la mala reputación que tiene no se puede decir que sea un mal festival, a pesar de ser bastante caro para los grupos que suelen acudir.

El festival

Lo primero hablaremos del transporte. Arganda está a bastantes kilómetros de Madrid por lo que no es fácil llegar al recinto ni con transporte público, sin embargo la organización del evento nos proporcionó autobuses gratuitos con una frecuncia constante y con punto de partida el centro de Madrid. Al principio dudaba mucho de la capacidad de organización para transportar a miles de personas pero me sorprendió gratamente ver cómo no hubo ningún retraso y cómo las personas que esperaban para coger uno de estos transportes no tuvieron que esperar casi nada para poder subirse a uno, siendo su horario desde las seis de la tarde hasta las cinco y media de la mañana de forma constante.

Cuando llegamos allí lo primero que pudimos observar es que había una cola bastante grande para entrar, pero había suficiente personal para conseguir que se accediera con bastante velocidad al recinto. Después de que nos revisaran las mochilas y bolsos entramos dentro. El calor era bastante soportable.

Dentro del recinto empezamos a revisar las cosas que nos ofrecía este festival por parte de los patrocinadores y empresas de alimentación.

Los restaurantes que había eran de lo más variado, teniendo desde "El Corte Inglés" con sus productos más gourmet hasta las habituales pizzas del Telepizza, hamburguesas del Peggy Sue's y los puestos de perritos calientes. Suficiente para todos los gustos, pese a que echáramos de menos las salchichas de algo que no fuera cerdo para disponer de variedad para elegir. El precio era algo más elevado de lo normal pero algo corriente en este tipo de festivales, disparándose el precio de la cerveza y del refresco.

Los conciertos

El festival lo inició Gogol Bordello, un grupo Punk Gitano con mucho carisma que empezó dando toda la fuerza que desprenden al público, que bailaba sus canciones más folclóricas y saltaban en las más punks. Su estética recordaba a los moteros de carretera y campesinos de los pueblos más cerrados de Arizona pese a ser inmigrantes de Europa del este.

Tras una hora y media de concierto que nos dejó sorprendidos a todos, se despidieron para dejar paso a Incubus.

Este grupo demostró que a pesar de los ventiun años de actividad sigue sorprendiendo por su directo y por la calidad de sus canciones con sonidos potentes de guitarra y alternativos con un DJ que realizaba el scratching en alguna canción. A pesar de la desmejora física de su cantante no falló en ninguna de las canciones en las que incluyeron clásicos como Megalomaníac, Pardon me o Drive.

Después del concierto de Incubus entraron en escena los Red Hot Chili Peppers, cabeza del cartel y por la que había acudido la mayor parte del público.

¿Qué decir de un grupo que lleva años haciendo disfrutar a su gente?

Empezamos diciendo que su actuación gustó a todo el mundo, tocando cuatro canciones del nuevo CD y el resto clásicos de varios de sus discos. El espectáculo fue grandioso, tanto visual como auditivo. "Flea", el bajista del grupo, animó a los espectadores con sus diálogos en español y su forma característica de tocar el bajo. Tanto el guitarrista como el batería portaban escudos de España en su ropa y pese a sus cincuenta años aún mantienen la energía de un jóven de treinta años. Una hora y media de concierto con un bis y espectáculo de fuegos artificiales para finalizar. Una actuación por la que pagar 60 euros.

Al terminar el concierto el público se fue marchando y quedó mucha menos gente para ver a Deadmau5, un DJ de música electrónica muy peculiar y cuyo directo fue espectacular, aprovechando perfectamente el equipo de sonido y haciendo vibrar a la gente que quedó en el recinto. La calidad visual y sonora fueron de diez, aportando el toque de originalidad y distinción que tanto le caracteriza.

Valoración general

Pese a las quejas de muchas personas sobre lo poco que tiene de rock este festival creo que merece la pena con la variedad y calidad de los grupos que trae. La organización fue fantástica y el hecho de que puedan ir menores de edad le da más permisividad a familias que no pueden dejar a sus hijos y que allí estuvieron con ellos.

La relación calidad/precio está más que justificada.